miércoles, 12 de septiembre de 2018

El Magisterio de Santo Tomás en el Areópago. Actualidad del «De ente et essentia» - Carlos Alfredo Taubenschlag

El Magisterio de Santo Tomás en el Areópago
Actualidad del «De ente et essentia» 
Pbro. Dr. Carlos Alfredo TAUBENSCHLAG
Universidad Católica Argentina


IV JORNADA NACIONAL DE LA SITA -sección argentina- 
Santo Tomás de Aquino, patrono de las escuelas y universidades católicas.



I. ESTADO DE LA CUESTIÓN

1. Jesucristo, el Hijo de Dios, envió a sus discípulos a ir por todo el mundo anunciando la Buena Noticia a toda la creación (Mc 16,5), proclamando que el Reino de los Cielos estaba cerca (Mt 10,7), y haciendo que todos los pueblos fueran sus discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que Él les había mandado (Mt 28,19-20). Esa misión nos ha llevado a nosotros, que nos reconocemos sus discípulos, a profundizar en los datos revelados y a consolidar la capacidad de la razón humana, siempre inspirada por el Espíritu Santo (RMi 21), para buscar y comprender la verdad. También nos ha llevado a optimizar la capacidad de involucrar la perspectiva del otro en la perspectiva del yo que anuncia el mensaje, a través de la investigación, de la docencia y del testimonio de vida, reduciendo –reconduciendo- la alteridad a la comunión. 

2. Santo Tomás de Aquino, patrono de las escuelas y universidades católicas, tras las huellas de San Alberto Magno, es una figura insoslayable en esta tarea por su manera de pensar la fe y de vivir el carisma de la Orden de Predicadores. La actividad misionera del apóstol San Pablo en el Areópago de Atenas (Hch 17) es uno de los modelos que Su Santidad Juan Pablo II presenta a los nuevos evangelizadores, en los dos documentos suyos que forman parte del marco de referencia de esta exposición: Redemptoris missio y Fides et ratio. Pablo en el Areópago y Tomás en París recorren caminos de encuentro con los otros, de diálogo profundo con los interlocutores, y ambos saben contar con los elementos de verdad que adquiridos por la razón, el arte y la experiencia de vida forman parte de la historia de los demás. 

3. En el contexto histórico de la teología del siglo XIII en Colonia y en París, fueron San Alberto Magno y Santo Tomás quienes se abrieron paso para reproponer una tratación de las verdades reveladas que iba más allá del sólo comentario literal y la paráfrasis a los libros de las Sagradas Escrituras, y ambos invitaban a hacer legítimo recurso a los filósofos paganos, por entonces prohibidos a los estudiantes de la sagrada doctrina. En este contexto el De ente et essentia se presenta como un prototipo, como un modelo en miniatura de ese diálogo nuevo y fecundo. En los nuevos areópagos, donde anunciamos a los otros la Buena Noticia a la que tienen derecho, necesitamos esa capacidad de empatía con el otro y de diálogo amigable entre la razón y la fe, entre la fe pensada en la teología por una parte y la filosofía con toda la riqueza con que la describe Fides et ratio por otra. 

4. En esta conferencia, más que detenernos en las tesis del De ente, lo proponemos como una iniciación al pensamiento filosófico y teológico del Aquinate, o más precisamente, una iniciación a su estilo de hacer teología. El De ente es una ejercitación de sabiduría cristiana, que expone en el siglo XIII un enfoque nuevo de la manera de habérnoslas con las cosas, con nosotros y con los otros; una manera nueva de acercarnos amigablemente al pensamiento de los demás que podemos realizar hoy en los nuevos areópagos en los que de hecho nos encontramos, o que podemos llevar a los nuevos areópagos que menciona el Papa, como el mundo de la comunicación, el compromiso por la paz, los derechos del hombre y de los pueblos, la salvaguardia de la creación, etc. (RMi 37). 

5. La actitud inaudita del diálogo no excluyente que el albertismo y el tomismo inician con la Biblia, con Aristóteles, con el neoplatonismo cristiano, con filósofos judíos y árabes y que Santo Tomás cristaliza en este breve sermón o discurso acerca del ente y de la esencia, del alma humana, de los ángeles y de Dios, muestra la creatividad de su caridad pastoral, que en una pastoral de la cultura, integra todas las riquezas subjetivas de los interlocutores y de la historia del pensamiento. El magisterio de Santo Tomás en los areópagos de hoy es el magisterio tomista de hoy en los areópagos del mundo. 


II. PERSPECTIVA BÍBLICA

6. Sin dejar en la sombra la evidente lucidez filosófica del Doctor Angélico, quiero poner el texto de esta conferencia en el contexto de la sacra doctrina, de la reflexión orante sobre la revelación para contemplar los misterios de nuestra salvación y alcanzar las primicias de la vida eterna. Me refiero a la salvación que nos obtuvo Jesucristo, a quien confesamos como Hijo de Dios y Salvador. Se trata de la reflexión o especulación que el creyente hace sobre los contenidos de la fe, guiado por la iluminación del Espíritu Santo, que nos guiará hasta la verdad completa. Dice Jesús: “cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad” (Jn 16,13). 

7. Como –según dice el Catecismo- la fe cristiana no es una “religión del Libro” sino la religión de la Palabra de Dios [1], los invito a comenzar con un texto bíblico, pidiendo al Espíritu Santo que nos guíe en las búsqueda de la verdad y nos acompañe en esta reflexión en común: aunque la conferencia la esté leyendo yo, todos la vamos pensando, y vamos prestando o no nuestra adhesión a lo que se dice, o lo matizamos, y lo vamos incorporando a nuestra propia peregrinación en la fe. San Ignacio de Loyola nos enseña en sus Ejercicios que “todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo que a condenarla” [2]. En ese espíritu les pido la gentileza de tratar de escuchar esta conferencia como yo la escucho desde mí mismo, sin dejar por eso de escucharla desde ustedes mismos, desde la historia de cada uno, desde la propia mismidad. 

8. Que la tercera persona de la Santísima Trinidad nos despierte del sueño gnóstico de una razón todopoderosa y nos abra al don gratuito de su luz. Así como en la creación Dios nos dio a nosotros mismos y a las cosas, así en la redención Dios se nos dio a sí mismo. La redención, en cuanto nueva creación en Cristo, es la creación de la gracia, del esse supernaturale, de un modo de ser más perfecto que nunca terminaremos de comprender, porque es participar de la vida divina [3]. 

9. El texto bíblico que elegí para comenzar la conferencia está tomado del capítulo 17 de los Hechos de los Apóstoles (Hech 17, 10b-21). Leemos en la traducción de El libro del Pueblo de Dios: “En cuanto llegaron, (Pablo y Silas) se dirigieron a la sinagoga de los judíos. Como estos eran mejores que los de Tesalónica acogieron la Palabra con sumo interés, y examinaban todos los días las Escrituras para verificar la exactitud de lo que oían. Muchos de ellos abrazaron la fe, lo mismo que algunos paganos, entre los cuales había mujeres de la aristocracia y un buen número de hombres. Pero cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que Pablo había anunciado la Palabra de Dios también en Berea, fueron allí a perturbar a la multitud sembrando la agitación. Entonces los hermanos hicieron partir inmediatamente a Pablo en dirección al mar; Silas y Timoteo, en cambio, permanecieron allí. Los que acompañaban a Pablo lo condujeron hasta Atenas, y luego volvieron con la orden de que Silas y Timoteo se reunieran con él lo más pronto posible. Mientras los esperaba en Atenas, Pablo sentía que la indignación se apoderaba de él, al contemplar la ciudad llena de ídolos. Discutía en la sinagoga con los judíos y con los que adoraban a Dios, y también lo hacía diariamente en la plaza pública con los que pasaban por allí. Incluso, algunos filósofos epicúreos y estoicos dialogaban con él. Algunos comentaban: ‘¿Qué estará diciendo este charlatán?’ y otros: ‘Parece ser un predicador de divinidades extranjeras’, porque Pablo anunciaba a Jesús y la resurrección. Entonces lo llevaron con ellos al Areópago y le dijeron: ‘¿Podríamos saber en qué consiste la nueva doctrina que tu enseñas? Las cosas que nos predicas nos parecen extrañas y quisiéramos saber qué significan’. Porque todos los atenienses y los extranjeros que residían allí, no tenían otro pasatiempo que el de transmitir o escuchar la última novedad”. 


III. EL MAGISTERIO DE SANTO TOMÁS EN EL AREÓPAGO. Actualidad del De ente et essentia.

10. Lo que sigue lo conocen bien, es el discurso de Pablo en el Areópago; sobre los contenidos del discurso ya se ha escrito mucho. Pero quise detenerme en algo que siempre se pasa rápido, es decir, en cómo es que Pablo llega al Areópago y en la actitud de diálogo y de salir al encuentro del otro que el Espíritu Santo inspira a Pablo. Así vamos precisando algunos matices implícitos en el título de la conferencia. De ninguna manera el apóstol San Pablo se limita a anunciar repitiendo cosas que escuchó decir a otros; él habla de su propia experiencia de Cristo Resucitado. Así también nosotros podemos apoyar nuestra fe en las palabras que escuchamos de otros (el mismo Apóstol dice que la fe nos llega a partir de la predicación que hemos oído [4]) pero cada uno toma la decisión y da su propio asentimiento libre a la fe y se hace testigo a partir de esa experiencia personal de la fe. Esto vale, con cierta proporción, para exponer hoy el magisterio de Santo Tomás. No podemos quedarnos en el sólo repetir de memoria cosas que hemos escuchado de otros. Necesitamos pensarlas nosotros mismos y hacer nuestro propio discernimiento. Es cierto que pensamos en una tradición, y nos sabemos herederos de un legado que queremos conservar, acrecentar y transmitir, pero también es cierto que cada uno de nosotros debe pensar las cosas por sí mismo. Una vez consultados los maestros y los manuales, tenemos que ir a los textos y leer por nosotros mismos hasta llegar a la convicción de la verdad formulada. Es desde esa experiencia de encuentro con la verdad a través de la mediación de Santo Tomás, como podremos proponerlo como guía idóneo en la difícil tarea de saber preguntar por el sentido y de encontrar sentido. Hablar hoy de Santo Tomás es hablar hoy con Santo Tomás. Hablar de Santo Tomás a otros es antes haber hablado con él. No hay palabra proferida con sentido profundo y convincente acerca de Santo Tomás que no se haya gestado antes en diálogo con él. 

11. Y exponemos el magisterio de Santo Tomás en el Areópago. El título de la conferencia quiere ser un homenaje al legado filosófico de Su Santidad Juan Pablo II. Su encíclica Redemptoris missio es tan paradojal en la presentación del estado incipiente de la misión ad gentes delante del desafío que el tercer milenio nos propone, cuanto sagaz e intuitiva en la caracterización de los nuevos areópagos. Allí, al hablar de la misión ad gentes, se detiene en delinear varios ámbitos en los que esta se realiza [5]. A los ámbitos territoriales y a los que denomina “mundos y fenómenos sociales nuevos”, agrega las áreas o ámbitos culturales, o precisamente, “areópagos modernos”. Leemos en el nº 37: “El areópago representaba entonces el centro de la cultura del docto pueblo ateniense, y hoy puede ser tomado como símbolo de los nuevos ambientes donde debe proclamarse el Evangelio”. De esta manera Juan Pablo II instaló a nivel del magisterio universal la cuestión de los nuevos areópagos, iniciativa que tuvo repercusiones en la pastoral de la cultura posterior y en algunos casos puntuales también en el magisterio de los obispos argentinos, como hemos visto en las antologías de Mons. Héctor Aguer tituladas Desde el areópago [6]. Allí, partiendo del primitivo concepto de la colina de Ares, precisamente el Áreios Pagos, llega a los areópagos modernos que nos señala Juan Pablo II. 

12. En estas IV Jornadas invocamos a Santo Tomás como patrono de las escuelas y universidades católicas, y quiero destacar su figura de maestro hoy, de docente hoy. No estamos aquí para cumplir con la necesaria etapa “arqueológica” del tomismo, buscando lo que Santo Tomás enseñó ayer. Si su magisterio es perenne, tenemos que escucharlo como maestro hoy. En todo caso, habrá que ver cuáles son las dimensiones duraderas del tomismo perenne y cuáles las dimensiones más transitorias y ligadas al momento histórico, que hoy pueden parecer interesantes por formar parte de la recopilación de datos de la historia del tomismo y no necesariamente tienen que estar vigentes hoy. Propongo que situemos el magisterio de Santo Tomás en el Areópago como para decir que él como San Pablo salió al encuentro de las personas con sus certezas y sus dudas, interesándose por las dificultades que planteaban. Aunque comenzó enseñando y escribiendo para los frailes predicadores que eran hermanos suyos en la Orden, nunca se sintió atraído por un pensamiento de cofradía, destinado a ser repetido y celebrado principalmente por un pequeño grupo de iniciados. En este sentido, me parece justo homenajear a Fray Abelardo Lobato por su contribución a situar el magisterio de Santo Tomás en el contexto del carisma de la Orden dominicana, haciendo resaltar la dimensión de la gratia predicationis. 

13. Volviendo al texto de los Hechos de los Apóstoles, Juan Pablo II señala que “Pablo, después de haber predicado en numerosos lugares, una vez llegado a Atenas, se dirige al areópago donde anuncia el Evangelio usando un lenguaje adecuado y comprensible en aquel ambiente” [7]. Yo me pregunto –y les pregunto a ustedes-: cuando explicamos el magisterio de Santo Tomás, ¿usamos un lenguaje adecuado? Cuando fieles a la Iglesia queremos ayudar al hombre de hoy, al varón y a la mujer de hoy en sus circunstancias, a encontrar sentido ¿usamos un lenguaje comprensible en el ambiente en que viven? ¿Sabemos discernir los distintos niveles de sentido que tienen las preguntas que nos hacen? ¿O nos restringimos exclusivamente al aspecto parcial de un dogma definido o de un aspecto racional del problema? 

14. Así planteada la cuestión, propongo una lectura del De ente desde otra perspectiva. Los escritos cortos no necesariamente son cortos porque no haya más que decir sobre el argumento. Si el De ente es tan breve, no lo es por falta de argumento. Hay algo de valioso en la brevedad misma del tratado, en esa su dimensión sintética. O antes o después del análisis, y de enumerar los temas que trata, tenemos que hacernos firmes en la síntesis que expresa el opúsculo y que es seguramente uno de los puntos de apoyo de su fama. Seguramente fue esta característica la que sugirió a Chenu decir del De ente que “es como un breviario de la metafísica del ser” [8]. Un segundo aspecto a destacar es la presentación de los temas, el modo de enfocar los temas; por eso ahora quiero poner el acento no tanto en las tesis que se pueden individualizar y en hasta dónde las desarrolla, sino en la obra como conjunto y en su estilo, que la hizo innovadora y original en su tiempo. Es importante, digamos así, en el género literario de este opúsculo, el diálogo entre filosofía pagana y teología, en una época en que la filosofía pagana estaba prohibida a los clérigos. Dice Lobato en la introducción a su traducción del De ente: “Por influjo de los grandes maestros, como Alberto y Tomás, en poco tiempo los centros de estudio de los dominicos pasaron de la prohibición (de la filosofía de los gentiles) al estudio, y luego, a la obligación de conocer la filosofía y los libros de los gentiles” [9]. Esa incorporación gradual del recurso a la razón pagana en un contexto creyente se extendió inmediatamente al ambiente universitario de París, como lo señala la reciente historia de la metafísica de Bautista Mondin, al presentar la figura de San Alberto Magno [10]. Santo Tomás comenzaba a dialogar directamente desde la razón con la teología, sin pasar por la paráfrasis del texto bíblico, y lo hacía incluso desde la razón pagana: Aristóteles, Avicena, Averroes, etc. Lo que Dionisio y Agustín habían logrado con Plotino [11] y la constelación neoplatónica, San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino lo logran con Aristóteles. Fueron los dos, y no sólo San Alberto, quienes hicieron a Aristóteles inteligible a los latinos [12]. Lo que en una instancia de especialización se debería discutir es cuál fue el Aristóteles que hicieron inteligible a los latinos. Pero eso es tema para otra conferencia. 

15. Una de las dificultades para captar hoy la riqueza y los límites del De ente, es nuestra falta de perspectiva histórica. Me parece que hoy los estudiantes lo leen esperando sorprenderse con alguna adquisición notable, mientras que la adquisición notable fue que se escribiera cuándo y cómo se escribió, y creo que hoy el desafío es escribir nuevos De ente, en diálogo con la filosofía de hoy, en esta etapa de la historia de salvación que estamos viviendo. Dice Van Steenberghen que con Santo Tomás de Aquino se da un salto en la filosofía, se supera el estadio de una filosofía en total independencia de la revelación y comienza la primer filosofía cristiana de occidente, que puede ser llamada filosofía tomista [13]. Necesitamos dialogar con los Avicenas y los Averroes de hoy, con los Maimónides y los Avicebrones de hoy, siempre y cuando se den las condiciones que el capítulo VII de Fides et ratio propone para el diálogo, lo que no siempre sucede. Y esto no por mala voluntad, sino por una cuestión objetiva, por una cuestión de principios. 

16. Solamente podemos acercarnos a las figuras históricas y a sus obras para ponderar el justo valor que tienen, si sabemos situarnos en el contexto histórico-cultural que les tocó vivir. El filósofo es el filósofo y sus circunstancias. Lo mismo sucede con el teólogo. Y con el santo también. No se puede, por ejemplo, entender cabalmente en una primer lectura, los Dichos de los Padres del Desierto, si no tenemos alguna idea de lo que la figura y la misión de los Padres del Desierto significaron en el establecimiento de la Iglesia, y de cuál fue la espiritualidad que nos legaron. Podemos también acercarnos a una obra en particular de un autor en particular, y estudiar cómo esa obra entró en diálogo con sus contemporáneos, para captar más en profundidad su sentido y su originalidad. Pensemos por ejemplo en la correspondencia entre San Jerónimo y San Agustín, o en las cartas que se conservan de Platón o de Dionisio, sin hablar de las cartas de doctoras de la Iglesia, como Santa Catalina de Siena o de Santa Teresa del Niño Jesús. Con Santo Tomás de Aquino pasa lo mismo. Hay distintos accesos, hay diferentes maneras de acercarnos que nos ponen delante de aspectos distintos, y aunque no podamos seguir todos los senderos a la vez, como en los senderos de un bosque, conviene comenzar por recorrer el que está mejor señalizado. Una vez que conocemos bien un sendero seguro, podemos comenzar a aventurarnos por otros desde los cuales tendremos perspectivas diferentes. Dice Juan Pablo II: “es preciso no perder la pasión por la verdad última y el anhelo por su búsqueda, junto con la audacia de descubrir nuevos rumbos. La fe mueve a la razón a salir de todo aislamiento y a apostar de buen grado por lo que es bello, bueno y verdadero [14]. 

17. Cuando uno relee Fides et ratio, se ve claramente que vale la pena organizar jornadas y semanas y congresos si llegamos a entrar en diálogo con los autores, si podemos llegar a ponernos en su lugar para ver desde dónde preguntan y desde dónde responden. Así podremos comprenderlos evitando anacronismos y les abriremos las puertas del presente para enriquecernos con sus adquisiciones perennes. Por eso a quienes además de ser devotos de Santo Tomás y de querer profundizar en el conocimiento de su doctrina, queremos darlo a conocer hoy, no nos basta remitirnos a su magisterio geográficamente localizado en París entre 1256 y 1259, en Orvieto entre 1261 y 1265, en Roma y Viterbo entre 1265 y 1268, y de vuelta en París entre 1269 y 1272 [15]. Hoy tenemos que advertir cuáles fueron sus actitudes en los areópagos que fueron modernos en el siglo XIII, en los ambientes especulativos en los que ejerció la docencia, y eso es tarea nuestra. Tarea nuestra porque nos dará los elementos para presentificar a Santo Tomás en los areópagos de hoy, en nuestros areópagos. 

18. En esta línea, podemos describir al De ente como una ejercitación filosófica y teológica, como una clase práctica de pensamiento cristiano, a lo largo de la cual no sólo importan los contenidos sino la interacción constante de los contenidos que vamos adquiriendo a través de la luz de la razón y de los que vamos adquiriendo a la luz de la fe. El ejercicio de la virtud subjetiva de la fe pone a disposición de cada creyente los contenidos objetivos y formulables de esa fe, que iluminan, enriquecen y orientan la especulación de la razón. La lectura profunda del De ente, esto es, la lectura que de verdad llega a visitar el texto, a encontrarse con el texto en una especie de visitación en la que lo interroga y se deja interrogar por el texto, es un camino valioso para ejercitarse en la sapiencia cristiana, en la comprensión de los sentidos de un mundo que siempre es obra de Dios, de una creación, que como nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica [16], “es el fundamento de todos los designios salvíficos de Dios, es el comienzo de la historia de la salvación, que culmina en Cristo”. Esta visitación del texto será más provechosa si queda abierta a una lectura comunitaria, meditada y disputada, en pequeños grupos de estudio, en una especie de iniciación sapiencial; así se desplegarán las virtualidades del opúsculo que Lobato compara con una “Suma Filosófica”. Dice Fray Abelardo Lobato: “Tomás ha logrado en esta síntesis el núcleo de lo que podría ser una Summa Philosophiae. Hay en su obra todo un desarrollo ulterior de los conceptos del opúsculo, pero puede decirse que las grandes intuiciones tomistas del ser como acto, de la participación y de la analogía, del sano equilibrio entre el ser y la esencia, de elementos aristotélicos y neoplatónicos, de tradición y novedad genial tomista, ya están presentes” [17]. Pero es cierto que para encontrar estas virtualidades no alcanza la mera lectura, hace falta la visitación. Por eso creo más que justificada la invitación que hace Mons. Aguer a los “apresurados estudiantes de hoy” a “someterse a la disciplina de lectura que impone un texto como este y a adiestrarse en él para cultivar el rigor del pensamiento y adquirir el gusto por la verdad” [18]. 

19. San Alberto y Santo Tomás nos enseñan a tener una actitud amigable con los que han visto otros aspectos de la realidad antes que nosotros, de manera que sepamos reconocer ya no solamente las semillas del Verbo que estaban en la filosofía pagana antes del cristianismo, sino también la acción del Espíritu Santo en la historia actual de la humanidad. En efecto, el Espíritu Santo sigue obrando no sólo en los creyentes, sino en todos los hombres. Así lo afirmaba Gaudium et spes 22 y así lo retoma Redemptoris missio 10 refiriéndose a la centralidad del misterio pascual para la salvación de todos. Dice allí Juan Pablo II: “esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual”. 

20. La especialización que notamos en las distintas ramas del saber no afecta sólo a los técnicos ni a la ciencia experimental, sino a la misma filosofía. Y sería un despropósito exigir al filósofo una respuesta para cada pregunta del hombre de hoy. Sin embargo el filósofo, más que los demás “exploradores” y “buscadores” de la verdad, para usar las expresiones de Fides et ratio [19], está exigido por su misma misión a conservar una visión de conjunto. Las crisis sociales del mundo y de nuestro país se podrían formular con más hondura desde la moral cristiana, que se apoya en la ética y antes en la antropología, para fundarse definitivamente en la metafísica. Hablar del De ente es hablar de metafísica, tanto en el sentido de las preguntas metafísicas existenciales del hombre de la calle cuanto en el de la metafísica curricular de las universidades católicas; ambos sentidos están vinculados, y se interpelan y enriquecen mutuamente. Y este diálogo entre lo existencial y lo curricular exige una capacidad de pensar vigorosa, que no se desanime delante de los horizontes que se le abren para recorrer. Por eso reproponer el De ente al principio del tercer milenio es volver a la metafísica y al pensamiento fuerte. Y esto es otro de los valores perennes del De ente: alentar un pensamiento fuerte. De un pensamiento débil sólo puede surgir una antropología débil y un cristianismo débil. Sería como canonizar una crisis en la autoestima de la razón. Sería corroborar el movimiento pendular que pasó de una razón todopoderosa a una razón inútil. Más allá de que se trata de una obra de juventud que con los años se afianzará en sus intuiciones centrales y se irá matizando y ampliando en otras, la importancia del De ente en los areópagos modernos consiste en una vuelta a la metafísica. Es el regreso de los hijos pródigos del racionalismo y del fideísmo. Y ampliando el sentido de la parábola que relata Lc 15, es incluso una especie de invitación a la lúcida perseverancia junto a la metafísica de los hijos mayores, que nunca la han abandonado pero que tampoco supieron descubrir su vitalidad y su dinamismo. 

21. Pasando ahora al enfoque de los temas centrales del De ente, me parece oportuno priorizar, como hace Roland-Gosselin, aquellos dos cuyas soluciones parecieron más audaces a los contemporáneos del Aquinate: por un lado, el principio de individualidad, y por otro, la distinción entre la esencia y el ser de las criaturas. Como vemos, estos son dos problemas convergentes, y están ambos en un primer plano desde el punto de vista de la metafísica [20]. Si en cambio queremos hacer una enumeración más completa, sigo a Fray Abelardo Lobato. Según Lobato, Santo Tomás “sostiene la composición hilemórfica del ente cósmico, incluido el hombre; la unicidad de la forma substancial en el compuesto, el principio de individuación por la materia, la simplicidad de las substancias separadas, la composición de acto y potencia de ser en toda criatura, la simplicidad absoluta de Dios como acto puro, ipsum esse subsistens, la participación gradual y descendente de esa plenitud de ser, la analogía del ente, la capacidad del lenguaje humano para expresar la realidad en la medida en que la conoce. Al mismo tiempo, denuncia los errores de algunos filósofos y los desvíos de algunas filosofías” [21]. 

22. En la catedral del pensamiento tomista, el De ente es una obra que expresa los fundamentos sobre los cuales se apoya el edificio. Conocer los planos de la catedral es importante; pero es cierto que una recorrida por sus basamentos nos va aproximando más a lo que será el modelo terminado. El De ente no es un opúsculo entre otros, no es alguna particularísima cuestión disputada de la que se puede prescindir sin afectar el conjunto de la mente tomasiana. Por la edad de Santo Tomás cuando la escribió –tenía 30 años-, y por las circunstancias de La Sorbona y de Saint-Jacques en 1254, el De ente es la obra madura de un pensador joven, y no simplemente una obra menor de juventud. Por otra parte, en un teólogo que empezó a escribir de filosofía y teología a los treinta años y murió a los cincuenta, siendo fiel a sus primeras intuiciones, es exagerado distinguir demasiado entre una etapa de juventud y otra de madurez. 

23. Tan notable es en este escrito la precisión con la cual el autor se expresa cuanto es notable la visión unificada de toda la realidad desde la metafísica y la unificación de la metafísica en relación con el esse, con el acto de estar siendo, con la actuación del ser. ¿Por qué entonces a veces escuchamos quejas de los estudiantes sobre su estilo literario? Argumentan que sería demasiado intrincado y exigiría una lectura necesariamente lenta. Creo que esta es una crítica parcial que exagera dificultades reales de la obra –nadie dice que sea una obra fácil-, y que no tiene en consideración el contexto del texto. No sé si Santo Tomás hubiera podido escribir Lauda Sion o los otros himnos eucarísticos del oficio de Corpus Christi en medio de la dura polémica antimendicante que acompañó su primer soggiorno parisino. Pero sí creo que hubiera podido escribir el De ente con más amplitud y claridad si no hubiera tenido la urgencia de prevenir a los demás frailes predicadores contra los errores de su tiempo. Si bien no es una obra apologética, es una obra urgente y severa, que amplía las competencias de la filosofía y hace un discernimiento de los presupuestos de las partes. Es más una obra de referencia que un libro de texto, es más un vocabulario básico –aunque extendido- de metafísica del acto de ser que un ensayo sobre las dimensiones emocionales y afectivas de las preguntas metafísicas del hombre en búsqueda de sentido. La brevedad y concisión que en otra circunstancia podrían ser un defecto, son parte de los méritos de la obra. Fue dado a luz con la vocación de mostrar en un pantallazo las opiniones en boga y hacer una propuesta alternativa, abriéndose a la teología sin atarse a la paráfrasis bíblica y recurriendo a la filosofía no sólo como lo hacían en la Facultad de Artes, en cuanto a la propedéutica lógica o a temas de las artes liberales, sino en cuanto a la realidad del ente y de la esencia, del alma, del ángel y de Dios. 

24. Por eso yo desaconsejaría la lectura del De ente a quien carente de toda formación humanista consultara por algún ensayo filosófico que lo introdujera gradualmente en las grandes preguntas de la filosofía. No es lo mismo una introducción general a la filosofía que una introducción general al tomismo, ya que esta supone una serie de decisiones tomadas; además, personalmente, creo que desde el punto de vista pedagógico no conviene empezar con la introducción al tomismo sino con una más clásica historia de la filosofía o del pensamiento o de las ideas, que finalmente se corone con el tomismo del siglo XIII y que se desarrolle hasta hoy. De otra manera, estaríamos ofreciendo respuestas preciosas a quienes ni siquiera se han formulado las preguntas. Es más, la filosofía verdaderamente se encarna cuando es respuesta a lo que nos asombra, sea cual fuere el origen del asombro: el mundo de la naturaleza, la alteridad, la subjetividad, el rostro del pobre, las cosas mismas, el amor amante del amado, el self, la donación. Me parece que el gusto y el interés personal por la filosofía se tienen que dar antes de acercarse al De ente, en el que las respuestas se resuelven en una dimensión trans-física. Por otra parte aquí Santo Tomás no abunda en ejemplos clarificadores ni en recapitulaciones que nos den una pausa antes de repartir o reprender una serena caminata. Aquí se trata más bien de una marcha forzada entre las acechanzas de un forzado recurso a la sola fe en la revelación bíblica, englobado en el llamado agustinismo medieval (San Agustín nunca fue agustinista) y el riesgo paganizante de la filosofía de los gentiles llevada a ultranza incluso a costa de afirmar una doble verdad. Aquí nos encontramos con encadenamientos de razones que pueden desalentar a los menos versados, que además quedarían perplejos al no advertir el porqué de la transición de la metafísica a la lógica, después de vuelta a la metafísica y llegando a la teodicea, pasando por los ángeles; convengamos, de todas maneras, que esto forma parte de las limitaciones del tratado. 

25. Una buena pista para ubicarnos en el texto es conocer el contexto de la conferencia que le dio origen y la historia de las primeras ediciones. Roland-Gosselin, siguiendo a Mandonnet, afirma que según los principales catálogos de las obras auténticas esta fue compuesta por el Santo Doctor a pedido de sus “hermanos y compañeros”, esto es, sin duda posible, a pedido de sus hermanos en religión del convento de Estudios Generales de Saint-Jacques, los frailes predicadores. Recordemos que fue en 1244 o a más tardar en 1245 cuando por disposición del entonces General de la Orden, Juan el Teutónico, Tomás se presentó en Colonia para ponerse bajo el magisterio de San Alberto, y que pasó nueve años en Colonia; de manera que al presentarse en Saint-Jaques a partir de septiembre de 1252 o más seguramente en marzo de 1253, aunque todavía no era doctor sino bachiller sentenciario del maestro dominicano Elías Brunet de Bergerac, ya gozaba de un enorme prestigio y resultó normal que le confiaran la tarea de clarificar a los demás frailes las luces y las sombras del ambiente hostil de la Universidad de París en el que estaban entrando. En estos datos sigo más a Wilms [22] en su monografía sobre San Alberto que a Gilson en La filosofía en la Edad Media [23], pero no hay diferencias graves de fondo en este tema; los contrastes, que los hay, van por otro lado. El carácter iniciático de la obra se justifica por su pequeño y cualificado auditorio, que necesita ver claramente qué es lo que está en juego y qué se juega detrás de los enunciados. Para esto nos puede ayudar hacer un paralelo con De principiis naturae y revisar la terminología. Con respecto a esta última, un grupo de frailes convocados por la gratia predicationis, que forma parte del carisma dominicano, necesitaba contar con un vocabulario básico que pusiera en ejercicio el diálogo entre razón y fe siguiendo el estilo que Alberto había iniciado y que Tomás estaba sistematizando. Era parte del proyecto salvar los elementos de verdad que la filosofía pagana había encontrado primero, o en todo caso los elementos que releídos por la razón creyente habían abierto nuevos rumbos. 

26. Incluso es posible que Fray Tomás aprovechara la ocasión para fijar desde el principio su propio léxico filosófico, como bien señala Roland-Gosselin. A favor de esto él nos recuerda que tanto De principiis naturae como De ente et essentia se detienen en explicaciones preliminares y en explicaciones de términos. Esto era necesario incluso para prevenir a los frailes contra las confusiones que surgían en las discusiones filosóficas de otros maestros que ellos podían escuchar en París. Roland-Gosselin pone como ejemplo en esa época las inéditas Cuestiones sobre Aristóteles de Roger Bacon, que él pudo consultar en el manuscrito 406 de la Biblioteca de Amiens. Omito la lectura del texto de Roland-Gosselin al que me estoy refiriendo, pero está la cita completa a pie de página [24]. Un ejemplo de este interés en precisar el lenguaje técnico, pasando ahora a un texto tardío del mismo Santo Tomás, es el corpus del art.1 de la cuestión disputada De spiritualibus creaturis, donde el Angélico explica los pasos que hay que dar: “…unde ad huius ueritatis inquisitionem ne in ambiguo procedamos…” [25]. En nuestros días sucede algo parecido cuando la Iglesia fija el vocabulario al dialogar en los areópagos de hoy; recordemos por ejemplo la publicación de recientes catecismos, compendios y vocabularios, como el Lexicón del Pontificio Consejo para la Familia, que precisa términos ambiguos o discutidos sobre familia, vida y cuestiones éticas, publicado en 2004. Que el resultado final del De ente haya sido tan importante, haciendo que superara por sí solo y rápidamente el estadio para el cual había sido concebido, es el resultado de la iluminación del Espíritu Santo y de la colaboración entre la gracia y la naturaleza en el magisterio del joven Tomás. Iluminación y gracia que todos debemos humildemente implorar. Con respecto a ese otro paralelismo con De principiis naturae, al que me referí más arriba [26], se trata del de los destinatarios. Porque el De principiis también está destinado, como sabemos, a la instrucción de los frailes dominicos, aunque en este caso a uno solo, cuyo nombre fue conservado por los catálogos de obras auténticas y de quien sólo eso conocemos: el nombre del Hermano Silvestre [27]. 

27. Dice Garrigou-Lagrange que Santo Tomás tiene muchos admiradores pero pocos devotos. Pero de poco sirve para la predicación del Evangelio que no sólo seamos admiradores sino también devotos, si además no estamos en condiciones de ser hoy la voz de Santo Tomás en los areópagos del mundo. Esto supone superar el arqueologismo [28] y entrar en comunión con las grandes perspectivas que el Angélico nos abrió al tender un puente entre Jerusalén y Atenas. Seguramente tienen presente que cuando Su Santidad Juan Pablo II en Fides et ratio manifiesta la conciencia crítica con la que muchos pensadores cristianos se refirieron a las escuelas filosóficas, cita aquella pregunta-objeción de Tertuliano: “¿Qué tienen en común Atenas y Jerusalén? ¿La Academia y la Iglesia?” [29]. Si materialiter sumpto podemos decir que el De ente son sus tesis, formaliter loquendo yo creo que el De ente es una ejercitación de filosofía cristiana y de un des-velamiento de la verdad que está velada en la filosofía pagana. Y en este sentido su actualidad y su vigencia está en mantener tendido un puente entre Jerusalén y Atenas. Recorrer el camino que separa Jerusalén de Atenas no es un viaje geográfico que se pueda incluir en las promociones turísticas (y no lo digo por la desgarradora situación de guerras, guerrillas y terrorismo que está habitualmente instalada en Tierra Santa). Recorrer el camino que separa Jerusalén de Atenas es emprender un viaje especulativo; es pensar como teólogos que reflexionan desde esa instancia de la profundidad humana que no opone razón y fe, sino que las considera como luces distintas para iluminar una misma realidad. Se trata de ser filósofos creyentes. 

28. Por eso hay que corregir una cierta urgencia por denunciar errores doctrinarios que por la misma urgencia de la denuncia no permiten advertir algo más grave por debajo de esos errores: la separación entre la razón y la fe, los nuevos fideísmos, los nuevos racionalismos, y en particular la tentación gnóstica que fascina a la humanidad desde el principio, como nos recuerda el libro del Génesis: “Puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín, exceptuando únicamente el árbol del conocimiento del bien y del mal” (Gn 2, 16-17). En los nuevos areópagos deberíamos seguir el ejemplo de Santo Tomás, que nos invita a salir del encierro de una especulación egoísta, para ir a comunicar lo que hemos experimentado. Así lo dice en la II-II y siempre es grato recordarlo: así como estar iluminando es mejor que el sólo estar encendido, así mejor que contemplar es transmitir a los demás lo contemplado [30]. 


IV. ALGUNOS ASPECTOS MÁS TÉCNICOS DEL De ente.

29. En estas últimas páginas quiero poner el acento en algunos temas del De ente sugiriendo líneas de reflexión para los que ya conocen el texto, per gli addetti ai lavori. ¿Dónde expresa Santo Tomás su intención al redactar el De ente? ¿Y cuál es su intención, declarada por él mismo? Leemos en el prólogo que él intenta clarificar “qué significa el nombre de esencia y de ente y cómo se encuentran en las diversas cosas y cómo se relacionan con las intenciones lógicas, es decir, con el género, la especie y la diferencia” [31]. Vemos que Santo Tomás enuncia el tema principal con toda claridad. La pregunta por el sentido de lo humano y del cosmos se resuelve en la pregunta por las cosas, pregunta que a poco de formularse se desdobla en la pregunta por la cosa y la pregunta por la esencia. Por eso quiere definir los términos primeros de ens y de essentia, investigar cuáles son sus características propias, y recién después, en los distintos órdenes de cosas, cuál es el contenido metafísico de los conceptos lógicos de género, especie y diferencia. Y cuando digo los distintos órdenes de cosas, me refiero a la substancia y a los accidentes, afirmando con Santo Tomás que propiamente la esencia se predica sólo de la substancia, mientras que de los accidentes se predica sólo según una cierta analogía. Una vez planteada la cuestión de la esencia de la substancia, Fray Tomás recorre tres etapas: comenzando por la esencia de las substancias materiales o compuestas, sigue por las substancias espirituales o simples y concluye en Dios, que en el contexto del De ente es llamado la primera substancia [32]. 

30. Así planteado el tema principal, vayamos a la división interna. Es precisamente la manera de plantear el tema lo que justifica que Fray Tomás dedique tanto espacio al estudio de las substancias; es por este mismo motivo, en opinión de Roland-Gosselin [33], que dedica un único y último capítulo al estudio de la esencia de los accidentes (el capítulo VI en la numeración habitual). Recordemos que el capítulo I empieza definiendo términos, y los cuatro capítulos centrales desarrollan el tema, aunque no tienen la misma extensión. El II y el III están centrados en la substancia material, el IV en el alma humana, los ángeles y Dios, y el capítulo V retoma sintéticamente los resultados obtenidos y precisa, con motivo de las substancias espirituales, algunos puntos de lógica que habían quedado en segundo plano [34]. De todas maneras sugiero no atarse muy mecánicamente a esta división; sabemos que Santo Tomás, muchas veces, con ocasión de un argumento determinado, expresa alguna intuición o menciona al pasar algo importantísimo acerca de otro tema. Esto es un rasgo característico de su estilo literario, y por eso nunca debemos reducir nuestras expectativas frente al texto, esperando encontrar solamente aquello a lo que se hace referencia en el título. 

31. Como propuestas posibles de acceso al texto, sugiero dos enfoques que parten más bien de considerar la obra materialiter tantum en sus temas y no desde la perspectiva de esta conferencia que pone el acento en el contexto histórico-cultural y en su actualización. Son los enfoques de Eudaldo Forment en el magnífico estudio preliminar a su traducción, publicada en 2002 [35] y el del estudio ya citado de Roland-Gosselin. Este último propone acercarse al De ente en dos momentos sucesivos que luego se complementan, el de la metafísica y el de la lógica, a lo que dedica diez páginas muy precisas y técnicas de su introducción [36] al texto crítico que él mismo ha fijado a partir de los manuscritos parisinos. Lo que yo me permito advertir al lector, para no romper la unidad del texto al considerar estos enfoques complementarios, es que al texto debemos leerlo como es en realidad, esto es, como un único texto que desarrolla aspectos metafísicos y aspectos lógicos de la realidad, y no como una yuxtaposición de tesis metafísicas y lógicas que se sostienen por sí mismas. 

32. En cuanto al acceso de Eudaldo Forment, que junto con el de Sepich [37] es de lectura obligatoria para los hispanoparlantes, me parece original y práctico haber elaborado lo que él llama “las tesis del De ente et essentia” [38]. Tal vez el editor no tuvo en cuenta una cuestión tipográfica que hace que esas tesis no se presenten con la importancia que deberían expresar. Yo sugiero comenzar por la lectura de estas tesis de Forment, que ayudarán al lector clásico a ponerse en camino siguiendo estas como “señales de ruta” que Forment fue identificando, y que son un ajustado resumen de los contenidos. Nos dice al introducirlas: “La lectura del opúsculo De ente et essentia revela, en definitiva, que es un resumen esencial de toda la visión filosófica de la realidad, que después Santo Tomás fue exponiendo en sus posteriores obras. En el orden admirable, con que está expuesto, se descubren treinta y tres tesis, que articulan toda la explicación [39]. Las tesis, que en este estudio introductorio, se han ido explicitando, comentando y desarrollando según el sistema filosófico teológico completo del Aquinate, son las siguientes…” [40]. Y pasa a elencar 10 tesis sobre la substancia compuesta, 15 sobre las substancias simples y 8 sobre los accidentes. La división, además de estar ceñida al enfoque del Angélico, tiene un sentido práctico e ilustrativo. De todas maneras, tal vez se hubiera podido distinguir en grupos diferentes de tesis lo que se refiere a Dios y lo que se refiere al alma humana, temas que por la opción metodológica de Forment, quedan incluidos entre las tesis de las 15 tesis de las substancias simples, junto con los ángeles. Esto tiene la ventaja de hacer más fácil nuestro ubicarnos en el texto con un solo golpe de vista, pero deja en la sombra algunos matices que Tomás subraya acerca de Dios en su trascendencia absoluta y del hombre en su situación de horizonte o confín entre el mundo del espíritu y el de los seres materiales, temas que le llegan desde Dionisio y de Avicena a través de San Alberto. Tal vez un camino para sumergirnos mejor en la mente tomasiana sería profundizar en estos dos autores, en Dionisio y en Avicena. Con respecto a Avicena, creo que no siempre es valorado en profundidad, no sólo por la importancia que tuvo su obra al comienzo del segundo milenio (nació en 980 y murió en 1037), sino porque hoy puede ser una figura de mediación en el diálogo filosófico con los musulmanes. Sobre el legado que dejó sugiero las páginas que le dedica Battista Mondin en su reciente Historia de la Metafísica [41]. No podemos conocer bien a Santo Tomás si no nos hemos acercado antes amigablemente a todas sus fuentes. 


V. CONCLUSIÓN

33. Para concluir esta conferencia retomo aquella idea que propuse al comenzar, cuando presentaba el contexto histórico de la teología del siglo XIII en París y la misión de San Alberto Magno y de Santo Tomás. Ellos se abrieron paso atrevidamente para proponer una tratación de las verdades reveladas desatada de la paráfrasis bíblica; ambos osaron hacer legítimo recurso a los filósofos paganos y los asimilaron como “fuentes”. Invito a revisitar el texto del De ente tomándolo como un prototipo, como un modelo en miniatura para un diálogo filosófico y cultural nuevo y fecundo, que sea lo suficientemente sólido como para sostener, llegado el caso y con el auxilio de la gracia, el diálogo teológico. En los nuevos areópagos donde anunciamos a Jesucristo, el Hijo de Dios resucitado, necesitamos esa capacidad de empatía que media la alteridad, que vivencia al otro desde la perspectiva de que es otro-como-yo. La actitud de Tomás en el De ente es una prueba de ese diálogo amigable entre la razón y la fe, y entre filosofía y teología, evitando el error de exagerar un paralelismo de tendencia gnóstica que redujera la fe a la teología. Diálogo que por amigable no se limita a un fácil irenismo ni a un pacto social de convivencia pacífica sino que incluye una confrontación y un discernimiento, y que impulsa a contar al otro lo que vivo yo. Desde el relato de la experiencia personal, y apoyándonos en los relatos de otras experiencias personales de quienes con un corazón inquieto se aventuraron en la búsqueda de la verdad, podemos ofrecer al otro involucrarse en nuestro itinerario. Mi propuesta de lectura o mejor, como dije expresamente, de visitación del texto, apunta a esa constante renovación que es típica de la verdad, que es siempre joven porque es eterna. Además, en la historia de la salvación contamos siempre con el auxilio de la gracia. 

34. Quiero dejar las últimas palabras a una discípula un poco “disidente” de Santo Tomás, que hoy desde la bienaventuranza intercede con él por nosotros. Son palabras de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, que tomo de un artículo de 1929, en el que resume la experiencia acumulada habiendo sido ayudante de cátedra de Husserl (1916) y habiendo obtenido el doctorado Sobre el problema de la empatía (1917), mientras recorre Europa dando conferencias y vuelve siempre a su retiro docente en el convento de Santa Magdalena de Espira, dominica entre dominicas [42]. Dice Edith Stein en La fenomenología de Husserl y la filosofía de Santo Tomás de Aquino. Intento de confrontación [43]: “Cuando se habla normalmente de ‘philosophia perennis’ se piensa, por lo general, en un sistema doctrinal cerrado y esto es, en cuanto tal, muy lejano y contrapuesto al modo propio del filosofar fenomenológico. Pero la ‘philosophia perennis’ tiene también otro significado y con ello me refiero a que define el espíritu del auténtico filosofar que vive en cada filósofo verdadero, es decir, en cada uno de aquellos que sienten la irresistible necesidad interior de rastrear el ‘logos’ o la ‘ratio’ (según la traducción de Santo Tomás) de este mundo. El filósofo nato trae consigo ese espíritu al mundo a modo de ‘potencia’ (para decirlo en lenguaje tomista), que se actualiza cuando el espíritu se encuentra con un filósofo maduro, con un ‘Maestro’. De esa manera se toman de la mano todos los filósofos auténticos por encima de las fronteras del espacio y del tiempo. Platón, Aristóteles y San Agustín fueron de ese modo maestros de Santo Tomás (aquí cabe remarcar que no sólo Aristóteles, sino también Platón y San Agustín), y el mismo Santo Tomás no pudo filosofar de otra manera que no fuera en constante referencia y confrontación con ellos”.
Cuando salgamos a los nuevos areópagos y nos pregunten como a San Pablo en Atenas: “¿Podríamos saber en qué consiste la nueva doctrina que tu enseñas? Las cosas que nos predicas nos parecen extrañas y quisiéramos saber qué significan”, pongámonos humildemente entre los discípulos de Jesús y entre los discípulos de tan grandes maestros del pensamiento y afrontemos con serenidad el desafío que la historia nos ofrece. Santo Tomás de Aquino, patrono de las escuelas y universidades católicas, intercede por nosotros. Muchas gracias.


_____ 
Notas

[1] CATIC 108: Sin embargo, la fe cristiana no es una “religión del Libro”. El cristianismo es la religión de la “Palabra” de Dios, “no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo” (San Bernardo, hom. Miss. 4,11). Para que las Escrituras no queden en letra muerta, es preciso que Cristo, Palabra eterna del Dios vivo, por el Espíritu Santo, nos abra el espíritu a la inteligencia de las mismas (cf. Lc 24, 45). 

[2] Ejercicios Espirituales 22. 

[3] SÁNCHEZ SORONDO Marcelo, La gracia como participación de la naturaleza divina según Santo Tomás de Aquino (Salamanca 1979). Sobre el esse gratiae como perfección del esse naturae, ver en especial p. 272. El tema se desarrolla en el capítulo II de la Parte Tercera (233-306). 

[4] “Fides ex auditu, auditus autem per verbum Christi” Rom 10,17. 

[5] RMi 37. 

[6] AGUER Héctor, Desde el areópago (segunda antología) Editorial Serviam (Avellaneda 2003). 

[7] RMi 37 

[8] CHENU M.-D, Introduction à l´étude de saint Thomas d´Aquin (Montreal-Paris 1984) 280. 

[9] LOBATO Abelardo, El ser y la esencia, en Santo Tomás de Aquino: opúsculos y cuestiones selectas. BAC (Madrid 2001) Tomo I 32. 

[10] MONDIN Battista, Storia della metafisica. Edizioni Studio Dominicano (Bologna 1998) Vol II 452. 

[11] ARMSTRONG A.H., Introducción a la filosofía antigua. EUDEBA/LECTORES (Buenos Aires-1966) (Cuarta edición 1980). Dice allí: “La fundación de la escuela de Plotino en Roma tuvo importantes consecuencias para la historia ulterior de la filosofía y la teología … La tradición neoplatónica occidental influyó de manera muy intensa en San Agustín, quien leyó las Enéadas en una traducción latina de Mario Victorino, y fue sobre todo por su mediación como el pensamiento de Plotino ejerció una grande y fructífera influencia sobre la teología y la filosofía católicas occidentales” (286). 

[12] Dice San Alberto en su introducción al Comentario a la Física: “Nostra intentio est omnes dictas partes (física, metafísica y matemáticas) facere Latinis intelligibiles”, citado por Gilson en “La filosofía en la Edad Media” GREDOS (Madrid 1985). 

[13] van STEENBERGHEN E., La philosophie au XIIIe siècle (Lovaina 1965). 

[14] FR 56. 

[15] WEISHEIPL James A., Tommaso d´Aquino. Vita, pensiero, opere. Jaca Book (Milano 1987). 

[16] CATIC 280. 

[17] O.c. 36. 

[18] TOMÁS DE AQUINO, Acerca del ente y de la esencia. Edición bilingüe. Prólogo de S.E.R. Mons. Héctor Aguer. Introducción y Traducción del Pbro.Dr. Carlos Alfredo Taubenschlag. AGAPE (Buenos Aires 2004) 10. 

[19] FR 21: …“Sin embargo, a pesar de la dificultad, el creyente no se rinde. La fuerza para continuar su camino hacia la verdad le viene de la certeza de que Dios lo ha creado como un ‘explorador’ (cf. Qo 1,13), cuya misión es no dejar nada sin probar, a pesar del continuo chantaje de la duda. Apoyándose en Dios, se dirige siempre y en todas partes hacia lo que es bello, bueno y verdadero”. FR 28: “Se puede definir, pues, al hombre, como aquel que busca la verdad”. 

[20] Roland-Gosselin, en su prefacio al texto crítico dice: “Cependant nous avons été amené à donner une plus grande extension à l´ètude des deux problèmes philosophiques dont la solution proposeé par saint Thomas paraissait à ses contemporains la plus audacieuse : le principe de l´individualité, et la distinction entre l´essence e l´être dans le creatures. Problèmes connexes d´ailleurs, et qui sont au premier plan des questions métaphysiques abordées par le De ente et essentia ». (Cfr. Le De Ente et Essentia de S. Thomas d´Aquin. Texte établi d´après les manuscrits parisiens. Le Saulchoir. Paris 1948; en Argentina también circuló la edición Kain (Belgique 1926). 

[21] O.c. 37. 

[22] WILMS Girolamo, Sant´Alberto Magno, scienziato, filosofo e santo. ESD Edizioni Studio Dominicano (Bologna 1992) 13-98. Es traducción del original alemán Albert der Grosse (Munchen 1930). 

[23] GILSON Etienne, La filosofía en la Edad Media. GREDOS (Madrid 1985) 468-480. 

[24] “Peut-être le De ente ne s´adresse-t-il aussi qu´à un petit groupe de religieux. Ceux-ci auraient prié le Frère Thomas de les eclairer sur les notions philosophiques fondamentales dont il faisait usage sans doute dans ses cours, et qui pour plusieurs devaient être entièrement nouvelles, ou tout au moins demeuraient confuses, obscurcies peut-être aussi par les discussions entre maîtres. Il est possible encore que Saint Thomas ait saisi volontiers l´occasion qui lui était ainsi offerte de bien préciser, dès le dèbut, son vocabulaire philosophique. Car les deux traités ont ceci de commun qu´ils présentent l´un et l´autre des définitions de termes et des explications préliminaires. Cependant le De ente dépasse rapidament ce stade » o.c. pág. XVI. 

[25] Línea 202 del texto crítico leonino. 

[26] Párrafo 25. 

[27] Roland-Gosselin XVI. 

[28] Digo arqueologismo en relación con esa arquelogía que es recolección de fragmentos del pasado remoto y no en el sentido de la búsqueda de los principios (arjeología) con que lo utiliza la fenomenología contemporánea. 

[29] FR 41, citando De praescriptione haereticorum VII, 9 (SC 46, 98): “Quid ergo Athenis et Hierosolymis? Quid academiae et ecclesiae?”. 

[30] II-II 188,6 c: “melius est…contemplata aliis tradere”. 

[31] De ente… 1, pág. 24 según la edición AGAPE 2004 ya citada: “dicendum est quid nomine essentie et entis significetur, et quomodo in diuersis inueniatur, et quomodo se habeat ad intentiones logicas, scilicet genus, speciem et differentiam”. 

[32] Roland-Gosselin comenta esto en distintas partes del estudio citado, por ej. pág.XVI: “…et Dieu même, qui est la première substance » y pág. XXV : « La première substance spirituelle, Dieu, …. ». 

[33] Cfr. RG XVI. 

[34] Cfr. RG XVI. 

[35] TOMÁS DE AQUINO, El ente y la esencia. Traducción, estudio preliminar y notas de Eudaldo Forment. EUNSA (Navarra 2002). 

[36] Cfr. RG XVI, desde donde dice: “Pour plus de facilité, résumons les conclusions du saint Docteur en les divisant selon le double point de vue métaphysique et logique » hasta la pág. XXVI. 

[37] TOMÁS DE AQUINO, El ente y la esencia; prólogo de Tomás D. Casares; estudio preliminar, traducción y notas por Juan R. Sepich; Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Filosofía (Buenos Aires-1940). 

[38] FORMENT 262. 

[39] Esta conferencia está dividida en treinta y tres párrafos en homenaje a la obra de Forment. 

[40] FORMENT 262. 

[41] MONDIN Battista, Storia della metafisica (en tres volúmenes). Edizioni Studio Dominicano (Bologna 1998). Con respecto a la antropología “metafísica” de Avicena dice Mondin (vol.2, pág. 367): “Come per Platone, Aristotele e i neoplatonici, anche per Avicenna l´uomo è un essere ‘metafisico’: grazie all´anima egli appartiene al mondo della trascendenza, al mondo dello spirito; mentre col corpo appartiene al mondo sensibile, materiale”. Dice Mondin más adelante: “Nella storia della metafisica Avicenna è una delle figure di maggior rilievo: la più grande che abbia prodotto la cultura islamica nel momento in cui essa tocaba il suo apogeo. Il Sifa di Avicenna è il più sistematico, organico e completo trattato di metafisica scritto nel Medioevo, ed è il più importante e più influente dopo quello di Aristotele” (370). 

[42] TERESIA A MATRE DEI, Edith Stein. En busca de Dios. Editorial Verbo Divino (Navarra 1980). 

[43] STEIN Edith, La fenomenologia di Husserl e la filosofia di S.Tommaso d´Aquino. Tentativo di confronto, a cura di Angela Àles Bello (Memorie Domenicane nº7 1976 della Nuova Serie).





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