Santo Tomás de Aquino, ora por nosotros
El 18 de julio de 1323 Santo Tomás fue canonizado por el Papa Juan XXII en Avignon. En la bula de canonización aparece ya la frase que Pío XI repitió en la "Studiorum ducem": "Ipse plus illuminavit Ecclesiam, quam omnes alii doctores. (El mismo iluminó a la Iglesia más que todos los otros doctores)".
La doctrina y el método de Santo Tomas han sido alabados constantemente por los Papas desde su canonización hasta hoy día. Una lista bastante exhaustiva de testimonios se puede leer en RAMÍREZ, Santiago, O.P., Introducción a Santo Tomás de Aquino, B.A.C., Madrid, 1975.
El hito más importante en la historia del magisterio eclesiástico sobre Santo Tomás lo constituye sin duda la Encíclica "Aeterni Patris" de León XIII, del 4 de agosto de 1879. Tras un período de desconcierto en la teología y filosofía católicas, debido a la irrupción de las filosofías post-cartesianas en medio de la crisis generalizada posterior a la Revolución Francesa, el Papa pone como remedio el retorno a la sabiduría del Aquinate, en quien ve la culminación, hasta el presente, del secular esfuerzo de la sabiduría cristiana, iniciado con los Apóstoles y los Padres de la Iglesia. En esa Encíclica, y en las de los sucesores de León XIII, que continuaron su programa, se afirma claramente la primacía doctrinal de Santo Tomás sobre todos los otros doctores católicos, lo cual no expresa una exclusividad, sino una preferencia.
LEÓN XIII: "distinguiendo netamente, como debe ser, la razón y la fe, y conciliándolos armónicamente, salvaguardó los derechos y tuteló la dignidad de ambas, de suerte que la razón, remontándose en alas de su genio a las más altas posibilidades, ya apenas puede elevarse más; y la fe no puede casi esperar de la razón ayudas más numerosas y valiosas que las conseguidas gracias a Santo Tomás" (Encíclica "Aeterni Patris").
SAN PÍO X: "Como ya dijimos, apartarse de Santo Tomás, principalmente en materia filosófica y teológica, no puede ser sin grave daño; seguirlo es vía segurísima al conocimiento profundo de las cosas divinas" (Motu proprio "Praeclara").
SAN PÍO X: "Es evidente que aquellos que se separan de Santo Tomás, si continúan ese camino hasta el fin, se apartan de la Iglesia" (Carta al Rev. Fr. Pègues).
Pío XI, en la "Studiorum ducem", le otorga el título de "Doctor Común o Universal de la Iglesia".
PÍO XI: "En el tomismo se encuentra, por así decir, una especie de evangelio natural, un cimiento incomparablemente firme para todas las construcciones científicas, porque el tomismo se caracteriza ante todo por su objetividad; las suyas no son construcciones o elevaciones del espíritu puramente abstractas, sino construcciones que siguen el impulso real de las cosas... Nunca decaerá el valor de la doctrina tomista, pues para ello tendría que decaer el valor de las cosas" (Discurso a jóvenes universitarios).
PÍO XI: "A todo el mundo cristiano interesa que esta conmemoración centenaria se celebre dignamente, porque honrando a Santo Tomás no sólo se manifiesta estima hacia él, sino que se reconoce también la autoridad de la Iglesia docente" (Encíclica "Studiorum ducem").
El Concilio Vaticano II declara que la teología debe estudiarse "magistro Sancti Thomae (bajo el magisterio de Santo Tomás)”, expresión que retoma el nuevo Código de Derecho Canónico.
CONCILIO VATICANO II, Decreto "Optatam Totius" sobre la formación sacerdotal, n. 16: "Para explicar de la forma más completa posible los misterios de la salvación, aprendan los alumnos a profundizar en ellos y a descubrir su conexión, por medio de la especulación, bajo el magisterio de Santo Tomás".
El canon 252, 3 del nuevo Código de Derecho Canónico, al tratar de la formación teológica de los aspirantes al sacerdocio, recoge la recomendación de la "Optatam Totius".
CONCILIO VATICANO II, Declaración "Gravissimum educationis" sobre la educación cristiana, n. 10. El documento exhorta a las escuelas de grado superior a que "cada disciplina se cultive según sus propios principios, sus propios métodos y la propia libertad de investigación científica, a fin de que cada día sea más profunda la comprensión que de ella se alcance y, teniendo en cuenta con esmero las investigaciones más recientes del progreso contemporáneo, se perciba con profundidad mayor cómo la fe y la razón tienden a la misma verdad, siguiendo las huellas de los doctores de la Iglesia, sobre todo de Santo Tomás de Aquino".
Frente a estas dos citas del Concilio, PABLO VI señala en la "Lumen Ecclesiae": "Es la primera vez que un concilio ecuménico recomienda a un teólogo, y éste es Santo Tomás".
El mejor comentario en todo este tema es la carta que el Papa Pablo VI escribió, con ocasión del séptimo centenario de la muerte de Santo Tomas, en 1974, al Superior General de los dominicos, llamada "Lumen Ecclesiae". Es necesario leer detenidamente este documento para comprender el lugar que Santo Tomás ocupa en la enseñanza de la Iglesia.
PABLO VI: "La Iglesia, para decirlo brevemente, convalida con su autoridad la doctrina del Doctor Angélico y la utiliza como instrumento magnífico, extendiendo de esta manera los rayos de su Magisterio al Aquinate, tanto y más que a otros insignes doctores suyos" (Carta "Lumen Ecclesiae").
PABLO VI: "La Iglesia ha preferido la doctrina de Santo Tomás, proclamándola como propia, sin afirmar con ello que no sea lícito seguir otra escuela que tenga derecho de ciudadanía en la Iglesia, y la ha favorecido a causa de su experiencia multisecular" (Carta "Lumen Ecclesiae").
PABLO VI: "Sabemos que hoy día no todos están de acuerdo en esto. Pero no se nos oculta que muchas veces el recelo o aversión que se siente hacia Santo Tomás deriva de un contacto superficial y saltuario con su doctrina, más aún, del hecho de que no se leen ni se estudian sus obras. Por eso, también nosotros, como hizo Pío XI, recomendamos a todos los que deseen formarse un criterio maduro acerca de la postura que hay que adoptar en esta materia: ¡Id a Tomás!. Buscad y leed las obras de Santo Tomás –repetimos con gusto– no sólo para encontrar alimento espiritual seguro en aquellos opulentos tesoros, sino también y ante todo, para daros cuenta personalmente de la incomparable profundidad, riqueza e importancia de la doctrina que contienen" (Carta "Lumen Ecclesiae") (subrayados nuestros).
Otras intervenciones de Pablo VI acerca de Santo Tomás y su doctrina:
PABLO VI: "Es tanta la penetración del ingenio del Doctor Angélico, tanto su amor sincero a la verdad y tanta la sabiduría en la investigación, explicación y reducción a la unidad de las verdades más profundas, que su doctrina es un instrumento eficacísimo no sólo para salvaguardar los fundamentos de la fe, sino también para lograr útil y seguramente los frutos de un sano progreso" (Alocución a la Universidad Gregoriana, del 12 de marzo de 1964).
PABLO VI: "La filosofía de Santo Tomás posee una aptitud permanente para guiar al espíritu humano al conocimiento de lo verdadero, la verdad del mismo ser, que es su primer objeto; al conocimiento de los primeros principios y el descubrimiento de su causa trascendente, Dios. Por esto sobrepasa la situación histórica particular del pensador que la ha logrado e ilustrado como la metafísica natural de la inteligencia humana. Por eso Nos hemos podido decir que, reflejando las esencias de las cosas realmente existentes en su verdad cierta e inmutable, ella no es medieval ni propia de nación alguna particular, sino que trasciende el tiempo y el espacio, y no tiene menos valor para todos los hombres de hoy" (Alocución "Nous sommes particulièrment heureux" al VI Congreso Internacional Tomista, del 10 de septiembre de 1965, AAS 57 (1965), 789-791).
PABLO VI: "Al declararlo Doctor Común y hacer de su doctrina la base de la enseñanza eclesiástica, el magisterio de la Iglesia no ha pretendido constituirlo maestro exclusivo, ni imponer cada una de sus tesis, ni excluir la legítima diversidad de escuelas y de sistemas, y menos aún proscribir la justa libertad de investigación. La preferencia dada al Aquinate –preferencia y no exclusividad– se refiere tanto a la realización ejemplar de la sabiduría filosófica y teológica como al armonioso acuerdo que él ha sabido establecer entre la razón y la fe" (Alocución "Nous sommes particulièrment heureux" al VI Congreso Internacional Tomista, del 10 de septiembre de 1965, AAS 57 (1965), 789-791).
JUAN PABLO II, Discurso del 17 de noviembre de 1979 al Pontificio Ateneo "Angelicum" en el primer centenario de la encíclica "Aeterni Patris": "La filosofía de Santo Tomás en espíritu de apertura y universalismo": "La filosofía de Santo Tomás merece estudio atento y aceptación convencida por parte de la juventud de nuestro tiempo, por su espíritu de apertura y de universalismo, características que es difícil encontrar en muchas corrientes del pensamiento contemporáneo. Se trata de la apertura al conjunto de la realidad en todas sus partes y dimensiones, sin reducciones o particularismos (sin absolutizaciones de un aspecto determinado), tal como lo exige la inteligencia en nombre de la verdad objetiva e integral, concerniente a la realidad. Apertura ésta que es también una significativa nota distintiva de la fe cristiana, de la que es signo específico la catolicidad. Esta apertura tiene su fundamento y su fuente en el hecho de que la filosofía de Santo Tomás es filosofía del ser, esto es del "actus essendi", cuyo valor trascendental es el camino más directo para elevarse al conocimiento del Ser subsistente y Acto puro que es Dios. Por este motivo, esta filosofía podría ser llamada incluso filosofía de la proclamación del ser, canto en honor de lo existente".
JUAN PABLO II, Discurso del 13 de septiembre de 1980 a los participantes en el VIII Congreso Tomista Internacional, "El método y la doctrina de Santo Tomás en diálogo con la cultura contemporánea": "Este método realista e histórico, fundamentalmente optimista y abierto, hace de Santo Tomás no sólo el "Doctor Communis Ecclesiae", como lo llama Pablo VI en su hermosa carta "Lumen Ecclesiae", sino el "Doctor Humanitatis", porque está siempre dispuesto y disponible a recibir los valores humanos de todas las culturas".
JUAN PABLO II, Discurso del 4 de enero de 1986 a los participantes del Congreso Internacional "De anima in doctrina Sancti Thomae de homine": "La doctrina antropológica como "la unidad del alma y del cuerpo" ha sido tomada de nuevo por el Concilio Vaticano II; por tanto, este Concilio puede encontrar en el pensamiento del Angélico un intérprete particularmente adecuado".
JUAN PABLO II, Discurso del 14 de octubre de 1990 a los participantes del IX Congreso Tomista Internacional: "El hecho de que no se haya insistido en los textos conciliares y postconciliares sobre el aspecto vinculante de las disposiciones sobre el seguimiento de Santo Tomás como "guía de los estudios" –según quiso llamarlo Pío XI en la encíclica Studiorum Ducem- lo han interpretado bastantes como autorización para dejar la cátedra del antiguo Maestro y abrirse así a los criterios del relativismo y del subjetivismo en los diversos campos de la "sagrada doctrina". Sin duda, el Concilio quiso estimular el desarrollo de los estudios teológicos y reconocer para los que los cultivan un legítimo pluralismo y una sana libertad de investigación, pero con la condición de permanecer fieles a la verdad revelada, que se contiene en la Sagrada Escritura, se trasmite en la Tradición cristiana, la interpreta con autoridad el Magisterio de la Iglesia, y la profundizan teológicamente los Padres y los doctores, sobre todo Santo Tomás. En cuanto a su función de guía de los estudios, la Iglesia ha preferido, al confirmarla, apoyarse más que en las directrices de tipo jurídico, en la madurez y sabiduría de los que intentan acercarse a la Palabra de Dios con deseo sincero de descubrir y conocer cada vez más a fondo su contenido y comunicarlo a los demás, especialmente a los jóvenes que se le confían para que les enseñe".
JUAN PABLO II, Discurso del 28 de septiembre de 1991 al III Congreso de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino sobre el tema "Ética y sociedad contemporánea": "Ya sabéis que el Concilio Vaticano II se refirió a Tomás como guía segura para el trabajo en la teología dogmática (Optatam Totius, 16). Pero su mérito no es menor en el campo de la teología moral. En efecto, en la Summa Theologiae el tratado de la moral ocupa un lugar central. Con esa obra él dio comienzo a una nueva era en la teología moral, puesto que logró incorporar el pensamiento ético clásico a una nueva antropología cristiana y logró inculturar la moral en una visión teológica. Este gran servicio a la moral aún no ha sido valorado suficientemente".
Y obviamente debemos terminar esta reseña haciendo referencia a la Encíclica "Fides et Ratio" de Juan Pablo II, en la que se trata justamente de la fe y la razón y de la relación entre ambas, y donde sobresale el lugar reconocido a Santo Tomás en esta tarea secular. Extractamos aquí algunos pasajes:
"Un puesto singular en este largo camino corresponde a santo Tomás, no sólo por el contenido de su doctrina, sino también por la relación dialogal que supo establecer con el pensamiento árabe y hebreo de su tiempo. En una época en la que los pensadores cristianos descubrieron los tesoros de la filosofía antigua, y más concretamente aristotélica, tuvo el gran mérito de destacar la armonía que existe entre la razón y la fe. Argumentaba que la luz de la razón y la luz de la fe proceden ambas de Dios; por tanto, no pueden contradecirse entre sí.
La gracia supone la naturaleza, y la fe, la razón
Más radicalmente, Tomás reconoce que el conocimiento de la naturaleza, objeto propio de la filosofía, puede contribuir a la comprensión de la revelación divina. La fe, por tanto, no teme a la razón, sino que la busca y confía en ella. Como la gracia supone la naturaleza y la perfecciona, así la fe supone y perfecciona la razón. Esta última, iluminada por la fe, es liberada de la fragilidad y de los límites que derivan de la desobediencia del pecado y encuentra la fuerza necesaria para elevarse al conocimiento del misterio de Dios Uno y Trino. Aun señalando con fuerza el carácter sobrenatural de la fe, el Doctor Angélico no ha olvidado el valor de su carácter racional, sino que ha sabido profundizar y precisar este sentido. En efecto, la fe es de algún modo «ejercicio del pensamiento»; la razón del hombre no queda anulada ni se envilece dando su asentimiento a los contenidos de la fe, que en todo caso se alcanzan mediante una opción libre y consciente.
La Iglesia propone a Santo Tomás como maestro de pensamiento y modelo del quehacer teológico
Precisamente por este motivo la Iglesia ha propuesto siempre a santo Tomás como maestro de pensamiento y modelo del modo correcto de hacer teología. En este contexto, deseo recordar lo que escribió mi predecesor, el siervo de Dios Pablo VI, con ocasión del séptimo centenario de la muerte del Doctor Angélico: «No cabe duda que santo Tomás poseyó en grado eximio audacia para la búsqueda de la verdad, libertad de espíritu para afrontar problemas nuevos y la honradez intelectual propia de quien, no tolerando que el cristianismo se contamine con la filosofía pagana, sin embargo no rechaza a priori esta filosofía. Por eso ha pasado a la historia del pensamiento cristiano como precursor del nuevo rumbo de la filosofía y de la cultura universal. El punto capital y como el meollo de la solución casi profética a la nueva confrontación entre la razón y la fe, consiste en conciliar la secularidad del mundo con las exigencias radicales del Evangelio, sustrayéndose así a la tendencia innatural de despreciar el mundo y sus valores, pero sin eludir las exigencias supremas e inflexibles del orden sobrenatural».
La Sabiduría del Espíritu Santo
44. Una de las grandes intuiciones de santo Tomás es la que se refiere al papel que el Espíritu Santo realiza haciendo madurar en sabiduría la ciencia humana. Desde las primeras páginas de su Summa Theologiae el Aquinate quiere mostrar la primacía de aquella sabiduría que es don del Espíritu Santo e introduce en el conocimiento de las realidades divinas. Su teología permite comprender la peculiaridad de la sabiduría en su estrecho vínculo con la fe y el conocimiento de lo divino. Ella conoce por connaturalidad, presupone la fe y formula su recto juicio a partir de la verdad de la fe misma: «La sabiduría, don del Espíritu Santo, difiere de la que es virtud intelectual adquirida. Pues ésta se adquiere con esfuerzo humano, y aquélla viene de arriba, como Santiago dice. De la misma manera difiere también de la fe, porque la fe asiente a la verdad divina por sí misma; mas el juicio conforme con la verdad divina pertenece al don de la sabiduría».
La prioridad reconocida a esta sabiduría no hace olvidar, sin embargo, al Doctor Angélico la presencia de otras dos formas de sabiduría complementarias: la filosófica, basada en la capacidad del intelecto para indagar la realidad dentro de sus límites connaturales, y la teológica, fundamentada en la Revelación y que examina los contenidos de la fe, llegando al misterio mismo de Dios.
La pasión por la verdad
Convencido profundamente de que «omne verum a quocumque dicatur a Spiritu Sancto est», Santo Tomás amó de manera desinteresada la verdad. La buscó allí donde pudiera manifestarse, poniendo de relieve al máximo su universalidad. El Magisterio de la Iglesia ha visto y apreciado en él la pasión por la verdad; su pensamiento, al mantenerse siempre en el horizonte de la verdad universal, objetiva y trascendente, alcanzó «cotas que la inteligencia humana jamás podría haber pensado». Con razón, pues, se le puede llamar «apóstol de la verdad». Precisamente porque la buscaba sin reservas, supo reconocer en su realismo la objetividad de la verdad. Su filosofía es verdaderamente la filosofía del ser y no del simple parecer. (...)
Santo Tomás, guía y modelo de los estudios teológicos
A la luz de estas reflexiones, se comprende bien por qué el Magisterio ha elogiado repetidamente los méritos del pensamiento de santo Tomás y lo ha puesto como guía y modelo de los estudios teológicos. Lo que interesaba no era tomar posiciones sobre cuestiones propiamente filosóficas, ni imponer la adhesión a tesis particulares. La intención del Magisterio era, y continúa siendo, la de mostrar cómo santo Tomás es un auténtico modelo para cuantos buscan la verdad. En efecto, en su reflexión la exigencia de la razón y la fuerza de la fe han encontrado la síntesis más alta que el pensamiento haya alcanzado jamás, ya que supo defender la radical novedad aportada por la Revelación sin menospreciar nunca el camino propio de la razón. (...)
El Magisterio no se ha limitado sólo a mostrar los errores y las desviaciones de las doctrinas filosóficas. Con la misma atención ha querido reafirmar los principios fundamentales para una genuina renovación del pensamiento filosófico, indicando también las vías concretas a seguir. En este sentido, el Papa León XIII con su Encíclica Æterni Patris dio un paso de gran alcance histórico para la vida de la Iglesia. Este texto ha sido hasta hoy el único documento pontificio de esa categoría dedicado íntegramente a la filosofía. El gran Pontífice recogió y desarrolló las enseñanzas del Concilio Vaticano I sobre la relación entre fe y razón, mostrando cómo el pensamiento filosófico es una aportación fundamental para la fe y la ciencia teológica. Más de un siglo después, muchas indicaciones de aquel texto no han perdido nada de su interés tanto desde el punto de vista práctico como pedagógico; sobre todo, lo relativo al valor incomparable de la filosofía de santo Tomás. El proponer de nuevo el pensamiento del Doctor Angélico era para el Papa León XIII el mejor camino para recuperar un uso de la filosofía conforme a las exigencias de la fe. Afirmaba que santo Tomás, «distinguiendo muy bien la razón de la fe, como es justo, pero asociándolas amigablemente, conservó los derechos de una y otra, y proveyó a su dignidad».
Son conocidas las numerosas y oportunas consecuencias de aquella propuesta pontificia. Los estudios sobre el pensamiento de santo Tomás y de otros autores escolásticos recibieron nuevo impulso. Se dio un vigoroso empuje a los estudios históricos, con el consiguiente descubrimiento de las riquezas del pensamiento medieval, muy desconocidas hasta aquel momento, y se formaron nuevas escuelas tomistas. Con la aplicación de la metodología histórica, el conocimiento de la obra de santo Tomás experimentó grandes avances y fueron numerosos los estudiosos que con audacia llevaron la tradición tomista a la discusión de los problemas filosóficos y teológicos de aquel momento. Los teólogos católicos más influyentes de este siglo, a cuya reflexión e investigación debe mucho el Concilio Vaticano II, son hijos de esta renovación de la filosofía tomista. La Iglesia ha podido así disponer, a lo largo del siglo XX, de un número notable de pensadores formados en la escuela del Doctor Angélico".
Ora Pro Nobis
Fuente: Fe y Razón - Revista virtual gratuita de teología católica [Nº 55 - Febrero de 2011]
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