Santa Claus o Nicolás
La imagen de Santa Claus, viejecito regordete y sonriente que trae regalos a los niños buenos el día de Navidad tuvo su origen en la historia de San Nicolás.
Existen varias leyendas que hablan acerca de la vida de este santo:
En cierta ocasión, el jefe de la guardia romana de aquella época, llamado Marco, quería vender como esclavo a un niño muy pequeño llamado Adrián y Nicolás se lo impidió.
En otra ocasión, Marco quería apoderarse de unas jovencitas si su padre no le pagaba una deuda. Nicolás se enteró del problema y decidió ayudarlas. Tomó tres sacos llenos de oro y en la Noche de Navidad, en plena oscuridad, llegó hasta la casa y arrojó los sacos por la chimenea, salvando así a las muchachas.
Marco, quien quería acabar con la fe cristiana, mandó quemar todas las iglesias y encarcelar a todos los cristianos que no quisieran renegar de su fe. Así fue como Nicolás fue capturado y encarcelado. Cuando el emperador Constantino se convirtió y mando liberar a todos los cristianos, Nicolás había envejecido. Cuando salió de la cárcel, tenía la barba crecida y blanca y llevaba sus ropajes rojos que lo distinguían como obispo; sin embargo, los largos años de cárcel no lograron quitarle su bondad y su buen humor.
Los cristianos de Alemania tomaron la historia de los tres sacos de oro echados por la chimenea el día de Navidad y la imagen de Nicolás al salir de la cárcel, para entretejer la historia de Santa Claus, viejecito sonriente vestido de rojo, que entra por la chimenea el día de Navidad para dejar regalos a los niños buenos.
El Nombre de Santa Claus viene de la evolución paulatina del nombre de San Nicolás: St. Nicklauss, St, Nick, St. Klauss, Santa Claus, Santa Clós.
Para darle un sentido cristiano a la tradición
No obstante, el ejemplo de San Nicolás nos enseña a ser generosos, a dar a los que no tienen y a hacerlo con discreción, con un profundo amor al prójimo.
Nos enseña además, a estar pendiente de las necesidades de los demás, a salir de nuestro egoísmo, a ser generosos no sólo con nuestras cosas sino también con nuestra persona y nuestro tiempo.
En este sentido, la Navidad es un tiempo propicio para imitar a San Nicolás en sus virtudes.
Cada año, parece como si el espíritu de Nicolás efectivamente viniera a la tierra y se introdujera a todas las casas de manera misteriosa (tal vez, por la chimenea) influyendo en todas las personas, que en esta época se muestran más dispuestos que nunca a dar regalos, a desprenderse de lo propio y a ayudar a los demás. Seguramente, San Nicolás ha de sonreír desde el Cielo, al ver cómo la gente se vuelve generosa y desinteresada, ocultando su identidad detrás de la imagen exagerada y graciosa de él mismo.
Debemos vivir las tradiciones y costumbres navideñas con el significado interior y no sólo el exterior para preparar nuestro corazón para el nacimiento de Jesús.
San Nicolás fue un santo que vivió la virtud de la generosidad, a quien debemos imitar en la Navidad.
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