La Obra Filosófica y Teológica de Santo Tomás de Aquino, Guía y Modelo para los Estudios Eclesiásticos
Discurso de Juan Pablo II a los profesores y alumnos de la Pontificia Universidad Romana de Santo Tomas de Aquino
Roma, 17 de noviembre de 1979
En el primer centenario de la Encíclica «Aeterni Patris»
Ilustres profesores y querídisimos estudiantes:
1. Con sentimientos de íntima alegría, después de un no breve espacio de tiempo, me encuentro de nuevo en esta aula, que me es bien conocida por haber entrado en ella tantas veces como alumno en los años de mi juventud, cuando también yo vine de lejos al Pontificio Ateneo Internacional «Angelicum» para profundizar en el pensamiento del Doctor Común, Santo Tomás de Aquino.
El Ateneo ha conocido desde entonces significativos desarrollos: ha sido elevado al rango de Universidad Pontificia por mi venerado predecesor Juan XXIII y ha sido dotado de dos Institutos nuevos: a las facultades ya existentes de teología, derecho canónico y filosofía, se han añadido, en efecto, la de ciencias sociales y la del Instituto «Mater Ecclesiae», destinado a los futuros «maestros en las ciencias religiosas». Tomo nota con agrado de estos signos de vitalidad de la antigua cepa, que muestra tener en si corrientes frescas de linfa, gracias a las cuales puede corresponder con nuevas instituciones científicas a las exigencias culturales que van surgiendo poco a poco.
La alegría del encuentro de hoy se acrecienta singularmente por la presencia de una falange selecta de doctos cultivadores del pensamiento tomista, que se han reunido aquí de todas las partes para celebrar el primer centenario de la Encíclica Aeterni Patris, publicada el 4 de agosto de 1879 por el gran pontífice León XIII. El congreso, promovido por la «Sociedad internacional Tomás de Aquino» se une idealmente con el celebrado recientemente en las cercanías de Córdoba (Argentina) por iniciativa de la Asociación católica argentina de filosofía, que ha querido celebrar la misma efeméride llamando a los mayores exponentes del pensamiento cristiano contemporáneo a tratar sobre el tema «La filosofía del cristiano hoy». El congreso actual, centrado mas directamente en la figura y en la obra de Santo Tomás, mientras honra a este insigne centro romano de estudios tomistas, donde puede decirse que el Aquinate vive «tanquam in domo sua», constituye también un justo acto de reconocimiento al inmortal Pontífice, que tanta parte tuvo en favorecer el renacimiento del interés hacia la obra filosófica y teológica del Doctor Angélico.
El tomismo
2. Por tanto, presento mi saludo deferente y cordial a los organizadores del congreso, y en primer lugar a usted, Rvdo. Padre Vincent de Couesnongle, Maestro de la Orden dominicana y presidente de la «Sociedad internacional Tomás de Aquino»; con usted saludo también al rector de esta Pontificia Universidad, el Rvdo. P. José Salguero; a los preclarísimos miembros del cuerpo académico y a todos los ilustres cultivadores de los estudios tomistas que han honrado con su presencia esta asamblea, animando su desarrollo con la aportación de su competencia.
También deseo dirigir un afectuoso saludo a vosotros, alumnos de esta Universidad que os dedicáis con ímpetu generoso al estudio de la filosofía y de la teología, además de a otras útiles ramas científicas auxiliares, teniendo como maestro y guía a Santo Tomás, a cuyo conocimiento os introduce la obra iluminada y diligente de vuestros profesores. El entusiasmo juvenil con que os acercáis al Aquinate para proponerle las preguntas que os sugiere la sensibilidad por los problemas del mundo moderno y la impresión de luminosa claridad que sacáis de las respuestas que él os ofrece con amplitud lucida y tranquila, constituyen la prueba más convincente de la inspirada sabiduría por la que fue movido el Papa León XIII al promulgar la Encíclica cuyo centenario celebramos este año.
Relaciones entre la fe y la razón
3. Esta fuera de duda que la finalidad primaria a la que miro el gran Pontífice al dar ese paso de importancia histórica fue reanudar y desarrollar la enseñanza sobre las relaciones entre fe y razón propuesta por el Concilio Vaticano I, en el que él había tomado parte muy active como obispo de Perusa. Efectivamente, en la Constitución dogmática Dei Filius, los Padres conciliares habían dedicado atención especial a este tema candente: al tratar «de fide et ratione», se habían opuesto concordemente a las corrientes filosóficas y teológicas, inficionadas del racionalismo dominante, y sobre la base de la Revelación divina, transmitida e interpretada fielmente por los precedentes Concilios ecuménicos, ilustrada y defendida por los Santos Padres y Doctores de Oriente y Occidente, habían declarado que fe y razón, más que oponerse entre si, podían y debían encontrarse amigablemente (cf. Ench. Symb.: DS 3015-3020; 3041-3043).
La persistencia de los violentos ataques por parte de los enemigos de la fe católica y de la recta razón indujo a León XIII a afianzar y ulteriormente a desarrollar en su Encíclica la doctrina del Vaticano I. En ella, después de haber evocado la gradual y cada vez más amplia aportación que las lumbreras de la Iglesia, tanto en Oriente como en Occidente, habían dado a la defensa y al progreso del pensamiento filosófico y teológico, el Papa se detiene en la obra de profundización y de síntesis desarrollada por Santo Tomas. Con palabras que merecen ser citadas en su límpido latín clásico, no duda en señalar al Doctor Angélico como aquel que ha llevado la investigación racional sobre los datos de la fe a metas que se han manifestado de valor imperecedero: «Illorum doctrinas, velut dispersa cuiusdam corporis membra, in unum Thomas collegit et coagmentavit, miro ordine digessit, et magnis incrementis ita adauxit, ut catholicae Ecclesiae singulare praesidium et decus lure meritoque habeatur... Praeterea rationem, ut par est, a fide apprime distinguens, utramque tamen amice consocians, utriusque tum iura conservevit, tum dignitati consuluit, ice quidem ut ratio ad humanum fastigium Thomae penis evecta, iam fere nequeat sublimius assurgere; neque fides a ratione fere possit plura aut validiora adiumenta praestolari, quam quae iam par est per Thomam consecuta» (LEONIS XIII Acta, vol.1 p.274-275).