Ernesto Alonso
Es poco decir, “semántica cobarde” para calificar y enjuiciar el Comunicado de Prensa emitido por el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), el pasado miércoles 30 de diciembre pocas horas después de que Senadores consumara la sanción legal del homicidio prenatal en Argentina.
Son apenas tres párrafos encabezados por un titular que induce el espanto, el llanto y una santa ira. “Comunicado de prensa ante la legalización de la interrupción del embarazo en la República Argentina”. Con dicho titular no puede esperarse en el contenido sino que nuestros Prelados no omitan desvarío por proclamar, ni verdad por ocultar comenzando, precisamente, por el falsario título.
Pues si hay algo que los enemigos han intentado y logrado instalar es la revolución semántica renombrando el ´aborto´ por el efugio ´interrupción del embarazo´. Los enemigos, que son hijos de las tinieblas, se comportan más sagazmente que nuestros Obispos que debieran ser los adalides de los hijos de la luz; saben nuestros adversarios que el aborto es la liquidación de un embrión humano; de allí entonces la sustitución revolucionaria de la verdad por el subterfugio. Lo que deja sin aliento, empero, es que sea nuestra Conferencia Episcopal Argentina la que se pliegue a tan notoria mentira que no llamaríamos de otro modo que no sea el de cierta complicidad con el homicidio que implica el aborto.
¿Será posible pensar esto de la conducción eclesial en Argentina? Si las palabras remiten al pensamiento, no queda más que concluir que nuestros Obispos piensan así. Si así no fuera padecen, entonces, de una irrefrenable cobardía y de un ciego propósito conciliador, dialoguista, “culturismo del encuentro”, y de otras deleznables actitudes para salir al encuentro del otro. A causa de este inveterado ya lenguaje entreguista son ahora cómplices, indirectos o lo que fuere, del trágico destino que correrán innumerables niños condenados a la pena de muerte merced a la sanción legal del proyecto del Ejecutivo Nacional.
¿Acaso no querrán quedar mal con Alberto Fernández, a quien considerarán católico aún y, por lo tanto, sujeto de todo diálogo posible?; ¿quizá no levantarán un solo dedo acusador por indicación del Obispo de Roma, quien desde las sombras también guardó un ominoso silencio, evitando toda condenación contundente al proyecto, a sus fautores, ejecutores, etc.; pero también, ¡ay querido Papa Francisco, tan sesgado en tus amores y preferencias!, omitió dar siquiera un modestísimo gesto de apoyo público y de coraje a los miles de argentinos, sus compatriotas, que se congregaron frente al Congreso para impetrar de Dios un milagro y que lo imposible emergiese de esa cáfila de truhanes que son Senadores y Diputados en esta Democracia Infanticida.
Pero la cuenta gravísima por esta inaudita claudicación deberán rendirla a los niños por nacer, quienes antes de ser sacrificados bien pudieran demandar a los obsecuentes Prelados cómo y cuándo podrían recuperar el embarazo interrumpido, habida cuenta de la común convicción de que todo proceso que se interrumpe puede ser retomado o recuperado en el tiempo.
En modo alguno quisiera estar en los zapatos curiales de los mitrados si esa hipotética pregunta les fuera formulada, con la esperanza e inocencia que todo niño tiene, de aguardar una respuesta cierta y confiada. “¿Acaso no puede tornarse al inicio el proceso interrumpido?; y, entonces, ¿por qué no cesad en el engaño y llamad a las cosas por su nombre?”.
“La Iglesia en la Argentina quiere ratificar junto a hermanos y hermanas de distintos credos y también a muchos no creyentes, que continuará trabajando con firmeza y pasión en el cuidado y el servicio a la vida”; claro, sí, pues para nuestros Pastores pusilánimes, religiosamente correcto será siempre poner a los hombres, fuera de la comunión católica, antes que al Dios, Uno y Trino, y de Jesucristo, el Señor, que es por quien deben y tienen el poder para hablar.
“Esta ley que ha sido votada ahondará aún más las divisiones en nuestro país”; claro, por cierto, pues para las mitras democrático-sociales argentinas valdrá más “reparar” la “grieta” nacional en aras de una odiosa “comunión de heteróclitos”, que defender y bendecir las cientos de miles de vidas humanas que serán segadas por el aborto de ahora en más.
“Lamentamos profundamente la lejanía de parte de la dirigencia del sentir del pueblo, el cual se ha expresado de diversas maneras a favor de la vida a lo largo y a lo ancho de nuestra Patria”; desde luego, Pastores, pues el “pueblo” es la categoría sociológica que reemplaza la verdad católica, seca y pura, de la defensa de la vida humana desde su concepción y la de la familia. Bien dicen que el pueblo se ha expresado valientemente a lo largo y ancho de la Patria; pero omiten decir, claro, que unos cuantos de Ustedes, Obispos argentinos, mantuvieron una “prudente” distancia, sobre todo en acciones, de tales y públicas manifestaciones.
No he escogido sino el primero de los tres párrafos del malhadado Comunicado de Prensa de la CEA. No vale la pena continuar con ningún tipo de exégesis, ni de hermenéutica, de este penosísimo texto.
Me siento avergonzado y humillado a causa de la Iglesia oficial argentina; soy católico, pero mi sentimiento es el de abandono e indefensión ante tamaña claudicación, que lo es en las palabras, lo ha sido en los hechos, y, lo que más temo, es que sea en el corazón de tales Prelados. Si así fuera, y ruego a Dios “in extremis” que no lo sea, la Iglesia argentina “fornica con los poderes del mundo”, el rebaño está disperso y a merced de los lobos y estos Pastores mercenarios deberían “buscarse otro laburo” y, a falta de varones, dejar que Jesucristo mismo conduzca la Iglesia en nuestra Patria.
Muy apropiada tu apenas contenible santa violencia ante lo que me escandaliza sea una vulgar condescendencia ante el maldito y su malicia: correcciòn llana y dura, o què es ser en Cristo un cristiano? Gracias Alonso. RDCFerrero
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